- A medida que se acelera la transición a la energía limpia, se deben priorizar las necesidades y el bienestar de las personas, en particular las más vulnerables a los impactos del cambio climático y la pobreza energética.
- Se necesita un enfoque holístico que tenga en cuenta los objetivos ambientales y las dimensiones sociales y económicas.
- Un nuevo informe del Foro Económico Mundial, Fomentando una transición energética efectiva 2024 , destaca la necesidad de marcos analíticos y métricas más sólidos para hacer operativa la equidad energética y guiar las decisiones de inversión y políticas que dan forma a la transición.
Aunque mucho más lento de lo necesario, los sistemas energéticos de todo el mundo están empezando a cambiar. Las nuevas tecnologías de energía limpia están ampliando su presencia e impacto, en algunos casos de manera significativa. En 2023, casi uno de cada tres coches nuevos vendidos en Europa era eléctrico y esta cifra se acerca a la de uno de cada dos en China . Las ventas de bombas de calor han experimentado un enorme crecimiento tras la reciente crisis energética y ahora representan una de las soluciones de calefacción doméstica más utilizadas, superando a los sistemas basados en combustibles fósiles en varios países. De esta manera y muchas otras, las personas están comenzando a experimentar transiciones hacia energías limpias en sus comunidades.
A medida que esta transición se acelera –y así será– es imperativo que la equidad y la inclusión sean consideraciones centrales en la formulación de políticas. Las transiciones a energías limpias deben priorizar las necesidades y el bienestar de las personas, particularmente aquellas que más lo necesitan y son más vulnerables a los impactos del cambio climático y la pobreza energética. Esto requiere un enfoque holístico que tenga en cuenta los objetivos ambientales y las dimensiones sociales y económicas.
La energía limpia mejora la vida
Todas las políticas de transición a la energía limpia apuntan en última instancia a mejorar la vida de las personas: reduciendo sus facturas de energía, aumentando su comodidad, brindándoles empleos decentes o simplemente evitando los peores impactos del cambio climático. Las mejores políticas reconocen intencionalmente estos beneficios y están diseñadas para maximizarlos al tiempo que garantizan una distribución equitativa de estos beneficios y costos.
Por ejemplo, el espectacular crecimiento de los vehículos eléctricos ha sido respaldado en muchos países por generosos subsidios. ¿Quién se beneficia de estos subsidios? En Francia, por ejemplo, los solicitantes de bajos ingresos reciben subsidios considerablemente más altos , lo que hace que el costo adicional de un vehículo eléctrico en relación con los ingresos sea aproximadamente el mismo en toda la sociedad. Sin embargo, sólo ciertos segmentos de la sociedad comprarán un coche nuevo, y mucho menos un vehículo eléctrico nuevo. India centra sus subsidios en vehículos eléctricos de dos y tres ruedas , utilizados por una cohorte mucho más amplia. Muchos países también están reconociendo soluciones de movilidad sostenible mucho más allá de los automóviles, invirtiéndolas y apoyándolas en consecuencia.
Comprender los efectos distributivos de las políticas de energía limpia significa medirlos. A medida que la AIE desarrolla su análisis sobre este tema, llama la atención lo raro que es que las políticas de energía limpia cuenten con medidas bien definidas o que se recopilen datos sobre quién se ve afectado y cómo. Las mediciones y los indicadores son herramientas esenciales para analizar los efectos distributivos y los impactos sociales de las políticas de energía limpia, particularmente a nivel de hogar, comunidad y país.
En lugar de depender únicamente de indicadores agregados, las políticas se beneficiarían de medidas más matizadas que evalúen los impactos en todos los tramos de ingresos, regiones geográficas y grupos demográficos. Estas medidas pueden ayudar a los tomadores de decisiones a identificar brechas de conocimiento, realizar un seguimiento del progreso y tomar decisiones más informadas.
Transiciones a energías limpias centradas en las personas
La Agencia Internacional de Energía (AIE) acuñó el término “transiciones a energías limpias centradas en las personas” para abarcar todas las dimensiones de cómo las personas viven y participan en la transformación del sistema energético global. Esta definición se estructura en torno a cuatro áreas temáticas clave: empleos decentes y protección de los trabajadores; desarrollo social y económico; igualdad, inclusión social y equidad; e involucrar a las personas como participantes activos. Esto último no es menos importante que los demás; de hecho, en muchos sentidos es la clave para lograrlos todos. Al involucrarse con las comunidades afectadas e incorporar diversas perspectivas, se pueden diseñar bien políticas de energía limpia que satisfagan las necesidades de todos los segmentos de la sociedad.
Los procesos inclusivos de formulación de políticas pueden mejorar sus patrones de distribución y, por supuesto, fortalecer el apoyo público a estas políticas. Los riesgos asociados con políticas desarrolladas sin enfatizar las dimensiones sociales y asegurar su aceptación son altos.
Un enfoque centrado en las personas reconoce la importancia de poner a las personas en primer lugar en la planificación y formulación de políticas para las transiciones a energías limpias. No son sólo palabras. Esto requerirá un diseño e implementación de políticas innovadoras y específicas. La verdadera participación comunitaria requiere tiempo, esfuerzo y habilidad. Una buena recopilación y medición de datos requiere importantes inversiones e infraestructura a lo largo de los años. Medir los resultados sociales no es lo mismo que medir kilovatios hora o toneladas de emisiones, pero sin ese enfoque, ¿cómo puede la energía limpia estar verdaderamente centrada en las personas?
Artículo escrito por:
Brian Motherway - Jefe de Eficiencia Energética, Agencia Internacional de Energía
- Foro Economico Mundial
Publicado el 20-06-2024 15:43
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